Por qué la visión del futuro de la tecnología parece una mala película de ciencia ficción

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La pregunta de qué personajes históricos invitarías a cenar es un popular rompehielos. Ahora, Sora AI de OpenAI sugiere otra: ¿qué figuras históricas te gustaría ver peleando entre sí? Esto refleja una tendencia más amplia: la nueva tecnología a menudo parece inspirada en la ciencia ficción distópica de décadas pasadas, pero de una manera que no capta el punto. En lugar de ser una advertencia, se están aceptando estas influencias, a veces sin darse cuenta de los mensajes más oscuros que transmiten.

Abrazando la estética distópica

Es sorprendente el inquietante parecido entre las producciones de Sora y el entretenimiento de comedia oscura representado en las películas distópicas. Imagínese a Gandhi luchando contra Hitler o a Stephen Hawking siendo perseguido por la policía; estos escenarios hacen eco del entretenimiento extraño y grosero de películas como “Idiocracia”, “Robocop” y “The Running Man”. Esto es nuevo, parece una broma de un escritor de los años 90, o incluso un comentario sobre la decadencia social.

Esta fascinación no es accidental. El diseño moderno frecuentemente se inspira en la estética neón-noir del cyberpunk, con su ambiente de alta tecnología y mala vida. Influenciada por obras como las novelas de William Gibson y “The Matrix”, la industria tecnológica adopta imágenes de paisajes urbanos en ruinas, corporaciones todopoderosas, modificaciones corporales de alta tecnología, V.R. enfermedades, inteligencia artificial engañosa, asesinos mecánicos y piratas informáticos vestidos de cuero que navegan por el ciberespacio. Estas visiones rara vez pretendían ser aspiracionales, sin embargo, la industria tecnológica parece estar incorporándolas directamente en sus diseños.

El Tesla Cybertruck ejemplifica esta tendencia. Su diseño, descrito por Elon Musk como “lo que habría impulsado Bladerunner”, evoca claramente la ciencia ficción distópica. Sin embargo, el camión también ha enfrentado numerosos problemas prácticos (ventanas a prueba de balas agrietadas, decoloración del acero inoxidable y múltiples retiradas del mercado), lo que pone de relieve una desconexión entre la estética y la realidad.

Las consecuencias no deseadas de la obsesión por la tecnología

Esta aura distópica impregna varios aspectos de la tecnología. La demostración de Mark Zuckerberg de A.I. Los anteojos estaban plagados de fallas de funcionamiento, y los videos de reclutamiento de tecnología militar ahora parecen parodias autocríticas de “The Office”, en lugar de evocar la intensidad de “Starship Troopers”.

Quizás lo más preocupante sea el ámbito de las relaciones humanas. Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, ha modelado explícitamente su IA ideal. personaje inspirado en el personaje de Scarlett Johansson en “Her”, que evoluciona más allá de su amante humano. El chatbot Grok de Elon Musk presenta un sugerente programa de “compañeros”, que incluye una waifu pornográfica. Incluso un anuncio del metro de Nueva York sobre una A.I. accesorio llamado Friend, un collar que funciona como vigilancia continua, reemplazando como solución las complejas conexiones humanas.

Los orígenes de las visiones distópicas

Vale la pena señalar que la industria tecnológica no inventó estas ansiedades distópicas. Los escritores de ciencia ficción simplemente cristalizaron temores de larga data sobre la obsolescencia humana, los medios de comunicación y las expectativas decrecientes, proyectándolos en futuros exagerados. No es sorprendente que desarrollemos A.I. y utilizarlo para crear imágenes sensacionalistas, o que nuestras ansiedades por la vigilancia y la alienación conduzcan a más de lo mismo. Lo sorprendente es que estos resultados llegan ahora disfrazados de advertencias.

El miedo a nosotros mismos

Avances recientes en A.I. Destacar un miedo más fundamental: el miedo a los demás. La industria busca diseñar reemplazos para experiencias como la “amistad” y las “relaciones”, subcontratando las complejidades de la interacción humana, ya sea a través de un collar que ofrece comentarios sobre videojuegos o un chatbot dedicado siempre listo para escuchar. El “problema” que algunas IA modernas busca resolver somos, en esencia, nosotros mismos. Las advertencias de precaución de las historias distópicas se están implementando como soluciones, aparentemente sin ironía.

En última instancia, la adopción de tropos distópicos por parte de la industria tecnológica refleja una tendencia curiosa: la falta de reconocimiento de las advertencias inherentes incrustadas en la propia ciencia ficción en la que se inspira y la voluntad de defender esos futuros distópicos en lugar de evitarlos.

Casey Michael Henry es un escritor que vive en la ciudad de Nueva York. Publica el boletín cultural Slim Jim.